El libro «Inteligencia Emocional» de Daniel Goleman empieza con una cita de Aristóteles: «Cualquiera puede enfadarse – eso es fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto – eso no es fácil.»
La Inteligencia Emocional es necesaria para mantener y recuperar el equilibrio emocional adecuado a cada situación. En su aproximación científica, Goleman describe dos mentes distintas; la racional y la emocional. Ambas constituyen, en sus propias palabras, «dos facultades relativamente independientes y reflejan el funcionamiento de circuitos cerebrales diferentes aunque interrelacionados. De forma que estas dos mentes mantienen una adecuada coordinación, haciendo que los sentimientos condicionen y enriquezcan los pensamientos y lo mismo a la inversa.»
Sin embargo, a veces una situación puede provocar una reacción emocional capaz de que nuestras emociones «secuestren» nuestra mente racional. Goleman lo denomina «El secuestro de la amígdala») aludiendo a la parte del cerebro que se ha identificado como el originador biológico de esta reacción.
Sin embargo, a efectos prácticos, en el momento de actuar parece existir una fusión entre los pensamientos y sentimientos que se encuentran entremezclados y que resulta imposible separar. Nuestros actos dependen de la integración de nuestra inteligencia y emociones. Una integración armoniosa de ambas garantiza una criterio equilibrado.
La empatía
La palabra empatía aparece 124 veces en el libro Inteligencia Emocional. Para entender a los demás, en primer lugar, «es imprescindible que aprendamos a sosegar nuestras reacciones emocionales», y sigue el libro «La empatía desaparece en el mismo momento en que nuestros sentimientos son tan poderosos como para anular todo lo demás y no dejar abierta la menor posibilidad de sintonizar con el otro.»
En el mercado laboral es aplicable este principio en distintas circunstancias. En situaciones de conflicto o cuando nos sentimos desesperados con ciertas actitudes, puede que nos estemos dejando llevar por nuestros sentimientos.
Para poder entender y gestionar el entorno debemos escuchar. Goleman define la empatía como el arte «de escuchar los sentimientos reales subyacentes al mensaje verbal». Para ello debemos controlar nuestras emociones para que no secuestren a nuestra inteligencia y nos permitan recibir los mensajes libres de sesgo.
Goleman habla de una herramienta que denomina «reflejar» y que consiste en que ante un mensaje debemos tratar de «reformularlo en sus propias palabras, tratando de expresar no sólo los pensamientos sino también los sentimientos subyacentes implicados»
Muchas veces escuchamos, pero no entendemos. Nuestras emociones y juicios de valor nos impiden activar un adulto sereno que pueda procesar la información adecuadamente.
La primera prueba que demuestra que estamos en equilibrio emocional consiste en reconocer que estamos en disposición de escuchar y empatizar con los demás.
El perdón
Perdonar se puede definir como olvidar la falta que ha cometido otra persona sin guardarle rencor ni castigarla por ella.
En el ámbito psicológico y laboral, perdonar es una herramienta poderosa para ser eficientes e influyentes en nuestra relación con los demás. Me refiero al perdón psicológico interior que realiza uno mismo, independientemente de que la otra persona le haya pedido perdón o de que se restituya la relación entre ambas partes.
Este tema ha sido estudiado en profunidad por diversos psicólogos. Everett Worthington desarrolló el método REACH ( Recall the hurt, Empathize with your partner, Altruistic gift, Commit and Hold onto forgiveness) y es un gran defensor de todas las ventajas psicológicas e incluso para la salud que supone para las personas.
Robert Enright es otro gran estudioso del perdón, y destaca la fortaleza que demostramos en el momento de perdonar, y cómo nos ayuda a levantarnos y continuar nuestro camino.
Un ejemplo es Irene Villa, quien explica en su conferencia publicada el 4 de noviembre de 2018 en El País: «Yo no perdono por ellos, por su tranquilidad. Yo perdono por mi felicidad, mi tranquilidad, mi paz interior, por estar bien conmigo misma. Cuando alguien te hace daño se crea como un hilo invisible que va de ti a esa persona que te ha hecho daño (…) Cuando tu lo perdonas, lo cortas, como con unas tijeras.»
La aplicación al ámbito laboral es inmediata. Nadie es perfecto. Todos cometemos errores. Además, en nuestro trabajo estamos rodeados de personas que tienen intereses distintos. Pensemos en una relación proveedor – cliente, colega de otro departamento o incluso compañeros.
El resultado es un ambiente en el que realizas un gran número de actividades (muchas veces bajo presión de tiempo y resultados) y en el que te encuentras con numerosos conflictos y roces de todo tipo.
Los conflictos pueden resolverse satisfactoriamente o no. En cualquier caso, es normal que hasta en los mejores casos queden sentimientos de frustración, heridas o recuerdos de momentos malos.
Es importante que tras cada conflicto seamos capaces de entender que el origen del mismo puede venir de puntos de partida distintos, perspectivas diferentes, intereses que no tienen un lugar común, malas interpretaciones o de la fragilidad inherente al ser humano. Por tanto, es fundamental perdonar los errores para poder seguir nuestro camino sin rencor, ni malos sentimientos.
La autoestima nos permitirá volver a nuestro punto de equilibrio emocional y activar nuestro Adulto a pesar de las circunstancias. Siempre que se den las circunstancias debemos estar preparados para empezar una conversación constructiva desde una posición emocionalmente adecuada y positiva, sin prejuicios ni malos sentimientos.
Segunda prueba de equilibrio emocional: no sentimos odio ni rencor, hemos perdonado cualquier evento pasado sucedido.
En resumen, la empatía y el perdón son dos armas poderosas de nuestra Inteligencia Emocional.