Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen R. Covey es uno de los libros de autoayuda más influyentes del siglo XX. Covey define hábitos como «la intersección entre conocimiento, habilidad y motivación», ya que necesitas saber qué tienes que hacer, cómo hacerlo, y por supuesto, las ganas de hacerlo.
El primer hábito de las personas altamente efectivas del que habla, y uno de los más importantes, es el de la proactividad. Covey define proactividad como la capacidad que nos da la libertad para poder escoger nuestra respuesta a los estímulos del medioambiente. Nos faculta para responder de acuerdo con nuestros principios y valores. En esencia, es lo que nos hace humanos y nos permite afirmar que somos los arquitectos de nuestro propio destino.
Somos libres en la medida en que somos capaces de controlar nuestras emociones.
Covey usa el ejemplo del psiquiatra Viktor Frankl, quien en su libro, El sentido de la vida describe su paso por un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Frankl era un psiquiatra que creía en el determinismo en la corriente freudiana de la época, es decir, tu educación y experiencias como niño determinan como actúas el resto de tu vida. Sin embargo, durante el tiempo que estuvo en el campo de concentración se dio cuenta de que había una cosa que los Nazis no podían quitarle, «El podía decidir en su interior cómo todo lo que le estaba sucediendo iba a afectarle». Frankl ayudó a muchos prisioneros a sobrellevar el cautiverio.
Frankl descubrió un principio fundamental en la naturaleza humana: «Entre el estímulo y la respuesta, las personas tenemos la libertad de elegir».
El hábito de la proactividad se refiere a que somos responsables de nuestras decisiones y de nuestras vidas. Tenemos la posibilidad de decidir cómo respondemos antes los estímulos, en vez de culpar a las circunstancias de nuestro comportamiento.
Covey propone la proactividad contra la idea de que estamos condicionados para responder de un modo particular a un estímulo concreto, algo que ha sido defendido por 3 tipos de teorías deterministas: «1. El determinismo genético dice básicamente que la culpa es de los abuelos. Ésa es la razón de que usted tenga mal genio. Sus abuelos eran irascibles y eso está en su ADN. El ADN pasa de generación en generación y usted lo ha heredado.» 2. «El determinismo psíquico» dice básicamente que la culpa es de los padres. Su educación, sus experiencias infantiles establecieron lo esencial de sus tendencias personales y la estructura de su carácter.» y 3. «El determinismo ambiental dice que la culpa es del patrón o el jefe (o de su esposa, su hijo adolescente, su situación económica o la política nacional). Alguien o algo de su ambiente es responsable de su situación.»
En este mismo sentido, encontramos la base de la teoría de la elección, de William Glasser en su libro «La teoría de la elección: una nueva psicología de libertad personal».
El libro comienza tratando este tema. En el capítulo uno explica que cuando le preguntas a alguien qué tal está y te responde que esta en un estado (usando la misma palabra que aparece en el libro) «miserable»; realmente, y cito textualmente: «No se les pasa por la cabeza pensar que están eligiendo el estado miserable sobre el que se quejan. La teoría de la elección explica que elegimos todo lo que hacemos, incluyendo la miseria que sentimos. Las demás personas no pueden hacernos felices o miserables. Todo lo que nos puedan dar es información, pero no nos hacen hacer o sentir nada. Esta información llega a nuestro cerebro y entonces nosotros decidimos qué hacer«.
De forma similar, el doctor Mario Alonso Puig en su libro Reinventarse alude al mismo argumento cuando dice «Sé que resulta muy dificil no sentirse herido cuando a alguien le atacan y que resulta muy difícil mantener la alegría y la ilusión en la adversidad. Sin embargo, ir recuperando poco a poco ese espacio que existe entre lo que me ocurre y mi respuesta es absolutamente esencial. Si no sustituimos nuestras reacciones automáticas por respuestas elegida, no podemos sostener que tenemos verdadera libertad interior.»
En resumen, la autoestima es fundamental ya que nos permite controlar nuestras reacciones más primarias, y decidir libremente lo que queremos hacer en cada momento.